Archivo por días: enero 26, 2014

revolución.

La pequeña y vieja motocicleta avanza calle abajo a toda velocidad, transportando a cinco miembros de una misma familia. Rachid, el patriarca, la conduce. Delante de él, su hijo adolescente, Karim, está sentado a caballo sobre el eje entre las dos ruedas, con las manos apoyadas en el manillar, y cargando a su hermana Rachida, de tres años, aferrada a su cuello; Latifa, la abuela, está situada tras Rachid, transportando en un atillo a la espalda al pequeño Ismail, de un año y medio.

Al llegar a la altura de un cruce de calles sin la más mínima visibilidad y en el que no tiene preferencia, Rachid, de acuerdo con los modos tradicionales del país, entra en la intersección sin ni siquiera disminuir su velocidad o mirar hacia los lados, girando bruscamente a la izquierda porque de pronto ha recordado que tiene que recoger a su mujer que está en el mercado, e invadiendo el carril contrario al hacerlo. Con tan mala fortuna que viene a estrellarse frontalmente contra el turismo conducido por un tal Monsieur Lefranc, ciudadano belga de elevado poder adquisitivo y dudosa reputación como todos los extranjeros residentes en el país, el cual no habría podido hacer absolutamente nada para evitar el horrible accidente.

El impacto es tremendo. Rachid se levanta tambaleándose, aturdido, sangrando. Su hijo, Karim, está tendido a unos metros y no se mueve. La abuela gime, tirada en el suelo. Ismail… Rachida….

Mientras los viandantes se apresuran a hacer lo normal en estos casos, que es intentar linchar a Monsieur Lefranc por todos los medios sin prestar ninguna atención a los heridos, Rachid se arrodilla mesándose los cabellos, gritando al cielo.

– Señor! Qué he hecho mal? Por qué me has traído esta desgracia?

Se golpea el rostro con los puños, desesperado. No puede comprenderlo. Siempre ha sido un buen creyente. Por qué suceden estas cosas? Entonces, de pronto, lo entiende todo. Maldito extranjero! Malditos sean todos ellos! Jura que no descansará hasta acabar con esa plaga inmunda,

– Venga nuestra muerte, Rachid! – gime la abuela desde el suelo – vénganos!