– Riiing. Riiing – suena el teléfono.
– Diga?
– Buenos días, señor Increíble. Soy el señor X., Editor General y CEO de la plataforma digital donde publica usted su blog.
– Qué significa CEO? – pregunto.
– No me toques los cojones, palurdo – responde el señor X., cambiando el tono bruscamente – sabías muy bien que esta llamada iba a llegar algún día. Y sabes muy bien por qué te llamamos.
– Sí, pero qué significa CEO?
– Significa Cuida El Ojal, gilipollas. Estamos completamente hartos de tus tonterías y de tus estadísticas mierdosas. Queremos más visitas a tu blog. Créeme, es lo que te conviene – añade en un susurro – si quieres seguir siendo guapo.
– Pero yo no soy guapo. A menudo siembro el pánico entre la población, cuando salgo de paseo,
– Supongo que estás escribiendo algo? – me interrumpe con tono amenazante.
– Sí – improviso – es la historia de un insecto que vive con su familia. Comienza así: ‘Una mañana, al despertar después de un sueño intranquilo, el insecto Gregorio Samsa se encontró a sí mismo convertido en un monstruoso humano’.
– Suena a Kafka.
– Pero si nunca lo he leído!
– Escucha, por qué no pruebas a escribir como Pablo Coelho? – me dice el señor X. con tono paternal – El público quiere emoción, quiere espiritualidad. Experiencias significativas con los seres queridos. Amor trascendente que abarca el universo. Ecología. Cosas orientales. Viajes de lujo en busca de las cosas sencillas. Jesucristo. Puenting.
– Qué le parece algo así? – digo – ‘Cuando la noche te rodee, recuerda que al final del camino te espera la luz del día’.
– Exacto! – exclama el señor X. – Un comienzo notable. Se me han puesto los pelos de punta.
– ‘Contempla a la humilde flor’. – continúo – ‘Así es la sabiduría, aunque no sabría decir exactamente porqué’.
– Maravilloso! Maravilloso!
– ‘Sólo tú puedes curarte a tí mismo. La misma expresión lo dice: curarte a tí mismo’.
– Oh! Qué delicia! Qué síndrome de Stendhal! – suspira el señor X., cada vez más arrobado.
– ‘En la fortaleza milenaria de Xang Gun, escuché el siguiente relato: Un maestro y un discípulo caminaban juntos al atardecer. El discípulo preguntó: Qué hora es? No llevo reloj, respondió el maestro. Me di cuenta de que el secreto de la felicidad radica en comprender, como ese maestro, que el Uno y el Todo son armas al servicio del guerrero espiritual’.
– Eso es! – grita el señor X., entusiasmado – ESO ES! BRAVO! SÍ!
– Toc, Toc – interrumpe la puerta.
– Escuche, señor X,, no quería más visitas? Pues espere un momento, tengo una.
Voy a abrir. Frente a mí hay un tipo de aspecto humanoide. Tiene dos brazos, dos piernas, una cabeza, y un tronco, pero combinados de una manera algo rara y bastante complicada de explicar. Además, es de color gris y mide unos cincuenta y cinco centímetros de altura.
– Señor Increíble! – exclama el extraño ser al verme, con evidente emoción – qué honor, qué privilegio!
Se abraza a una de mis rodillas con fuerza, sollozando de felicidad. Vuelvo hacia el teléfono con el personajillo enganchado a mi pierna.
– Le importaría llamarme más tarde, Señor X.? Hay un extraterrestre en mi casa que requiere toda mi atención.
– Recuerda! – grita el señor X. – Coelho! No nos fuerces a tomar medidas!
Cuelgo el teléfono. El humanoide se separa lentamente de mi rodilla, recupera la compostura, me mira durante unos segundos con evidente adoración. Finalmente, con un suspiro fervoroso, dice:
– Toda mi vida he deseado conocerle.
Y acto seguido se desmaya.